Sant Jordi mantiene la esencia de sus orígenes agricultores, siendo un pueblo en el que se respira la tranquilidad que ofrece el contacto permanente con la naturaleza.
Así, en todo su término municipal son omnipresentes los olivos, almendros, algarrobos y cítricos. Ocasionalmente, se pueden encontrar hasta sarmientos, herencia de la época pre-filoxera cuando el vino era una mercancía de enorme importancia en esta zona.
Evidentemente, este ambiente es ideal para todo tipo de aves, desde las más comunes hasta rapaces y lechuzas. El paraje natural «El Bovalar» y las dos zonas de olivos milenarios señalizadas, «Els Muntells» y «Mas Na Cabanes», son solo unos ejemplos que confirman que Sant Jordi es un oasis en el que respirar naturaleza pura a tan solo unos kilómetros de distancia del mar, disfrutando de largos paseos, rutas de senderismo o excelentes recorridos con bicicleta.